La pelota rodó sobre el gramado del Erico Galeano de Capiatá para bautizar un torneo que casi no dio de qué hablar en la previa. El Cristóbal Colón de J. Augusto Saldívar oficiaba de local ante un Cerro Porteño que todos esperaban, sortease el juego sin mayores aspavientos.
La arenga de Bladimiro Ojeda minutos antes del choque, entregó la primera nota de color para la transmisión, que encendió de a poco la fría noche del martes 24. Los que acostumbran romantizar el deporte vibraron con las palabras del atacante que pidió a sus compañeros dejar la vida en cada jugada.
Y no era para menos, ya que la competición, que pone frente a frente a 48 equipos distribuidos entre la Unión del Fútbol del Interior, la Primera C, la Primera B, la Intermedia y la División Profesional, solo deja vivos a la mitad para la segunda fase. Era ganar o conformarse con la anécdota.
Que las expectativas hayan sido bajas, tal vez contribuyó para la sorpresa de un juego entretenido y apasionado, en el que el amor propio se enfrentó a la categoría. Cerro Porteño se adelantó en el marcador, pero lejos de quedarse en el molde, el equipo saldivarsense salió a buscar y encontró el gol -y qué gol- en la poderosa derecha de Mario Ricardo, el 10 del cuadro auriazul.
Pronto las estadísticas arrojarían los primeros datos llamativos de este deportista de 28 años, que24 horas más tarde no dejó de hablar en los principales programas deportivos.
La Copa Paraguay comenzaba a desafiar así a los encargados de hacer llegar esas historias al lector, al oyente y al televidente. Contar por ejemplo que Mario Enrique Ricardo Centurión perdió la visión del ojo izquierdo cuando era un niño y que antes de ponerse la 10, se paró bajo los tres palos; o que en un momento de su vida se dedicó a la venta de hortalizas en el mercado.
El lado humano del fútbol, que últimamente nos tiene acostumbrados a calcular cuánto acumulan en sus cuentas las principales estrellas del deporte, hoy nos desafía a contar historias más palpables para el común, que puede verse reflejado en ellas.
Hacerlo sin caer en el recurso de la lástima es el desafío. No elegir el camino fácil para transmitir la emoción que de por sí conlleva disfrutar de un espectáculo que despierta pasiones en chicos y grandes.
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