domingo, 16 de septiembre de 2012

Hijos de la imprevisión


En muchas ocasiones habremos escuchado “el paraguayo es así nomás luego” dando a entender que cuando algo se está haciendo mal, nos debemos resignar a la frase antes citada. En lo particular a mí no me agrada esa forma de ver las cosas, ya que siento que con eso nos ponemos un freno, como si no pudiésemos salir de un estancamiento.

Hace unos días nuestra selección disputaba un partido decisivo por las eliminatorias. Decisivo porque de eso dependía seguir aferrándonos al sueño de clasificar. El rival de turno: Venezuela, aquella selección que apenas cinco años atrás era un trámite para cualquiera y dador de puntos para todos.

La Albirroja necesitaba salir del pozo en el que imprevistamente había caído, luego de quedar entre los ocho mejores seleccionados del mundo y el segundo en América.

¿Pero en qué momento sucedió esto? ¿Cuándo pasó Paraguay de ser una potencia sudamericana a convertirse en una Venezuela cualquiera? Y no pretendo faltar al respeto a la Vinotinto, ya que el presente de dicho equipo es totalmente lo opuesto a lo que otrora conocíamos.

En los días posteriores a la nueva derrota, todos jugábamos a ser analistas de la situación y en su mayoría coincidíamos en que este fracaso es consecuencia de la falta de recambio en el equipo y haber tardado mucho en dar por terminado el ciclo de Martino, a quien la APF decidió mantenerlo en la Copa América, sabiendo que para las eliminatorias ya no contaríamos con él.

El fin de la era del Tata significó la llegada de Francisco Arce quien tomó el timón y muchos (me incluyo) estaban satisfechos con la elección. Pero, ¿qué fallo? El momento. El Chiqui llegó con la idea de cambiar el sistema de juego de este equipo, quiso renovar los nombres, probar una nueva forma de jugar al fútbol. Las cosas no le iban a salir bien por arte de magia, definitivamente se necesitaba tiempo, tiempo que se perdió en la Copa América con nuestro vergonzoso vice campeonato. Sí, vergonzoso.

Ya desde hace tiempo se venía pidiendo un cambio de nombres, pero esa necesidad se venía tapando con la “garra y la entrega”. Cuando Arce quiso implementar esos cambios, apostando a los Mazacote, Ramos, Pittoni, Riveros y demás, todos saltaron indignados y se preguntaban “de dónde salieron estos”. Y estos no eran jugadores de renombre jugando en Europa.

Y cada vez tardaba más el DT en hallar la fórmula para encarar una eliminatoria que ya estaba en marcha. Entonces lo tildaron de inútil y en el mejor de los casos, improvisado. Y así acabo el ciclo Arce. Víctima de la ansiedad de la hinchada y la imprevisión de la APF.

Luego de muchas especulaciones, la APF llamó a Gerardo Pelusso, el DT que le dio un campeonato a Olimpia luego de 11 años de sequía. El uruguayo, al parecer era la mejor opción. Yo también en ese momento lo creía y lo creo, pero la gran dificultad sigue siendo el tiempo. La Argentina de hoy no se hizo de la noche a la mañana. Aún teniendo a las estrellas que tiene, se comió a dos entrenadores y es al parecer, Sabella, quien encontró la forma de que en la Albiceleste brillen sus estrellas acoplándose a un equipo. ¿Cómo haría Pelusso para conseguir eso en dos partidos? No sé.

Entonces regreso a la pregunta que me hacía más arriba, ¿por qué nos pasó esto? Sencillamente por imprevisión. ¿Y por qué nos indigna tanto? Porque nuestra generación no está acostumbrada a esto. A estas alturas deberíamos estar pujando los primeros puestos en la tabla, pero en su lugar hoy peleamos por el último y de mano ya le ganamos a Bolivia.

Pero ojo, no es la selección mayor la que hoy está en terapia intensiva. El problema es de fondo. Nuestras selecciones menores vienen fracasando, sin clasificar a ninguna competencia importante. Esa es la raíz de nuestros males, fue ahí donde comenzamos a fallar.

Por eso hablo de imprevisión. Pareciera que nos preparamos para el momento. Si sale, sale. Entonces  todos nos alegramos y la euforia se apodera de nosotros haciendo que olvidemos lo que antes salió mal.

Es como ir a rendir, habiendo estudiado, solo la noche anterior. Y eso señores (aunque odie decirlo) eso es muy paraguayo.

Para mí es el momento de dar vuelta la hoja y mirar a futuro, aprendiendo la lección. Si aspiramos a llegar lejos, debemos tomar los recaudos. Es difícil aceptar no ir a mundial, pero prefiero olvidarme ya de este y empezar a trabajar en una renovada Selección, con cimientos sólidos para el día de mañana y no una que estudia a última hora y festeja “pasar con 2”.

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